

Los sesenta, renovación y relanzamiento
La transformación que vivió España durante los años sesenta y comienzos de los setenta y el renacimiento de la oposición al franquismo en medios obreros y estudiantiles, insinuado antes y en crecimiento a partir de entonces, exigieron la adecuación de las organizaciones socialistas.
La pulsión del interior fue atendida por las JJ.SS. del exilio, organizaciones como la CSA que presidía Barreiro y por algunas individualidades significativas residentes en Francia y México. Eso permitió romper la resistencia al cambio de la UGT que presidía Pascual Tomás, y Manuel Muiño desde 1969, y del PSOE, presidido por Rodolfo Llopis, en los congresos de 1970 y 1972 en el partido, y del año 71 en el sindicato.
El cambio de actitudes en la FSA había comenzado tras el desmantelamiento del último Comité Provincial clásico , en noviembre de 1958. Al Comité y a la actividad clandestina llegaron jóvenes como Herminio Álvarez, los hermanos Marcelo y Arcadio García, de San Martín del Rey Aurelio, y Pedro y Paulino León, de Mieres, Avelino Pérez, José Castro, Prudencio Magdalena, Pablo García, Emilio Barbón...
El cambio en las relaciones entre interior y exilio y la poca experiencia y excesiva fogosidad de los jóvenes dirigentes, inmersos en una sociedad cuya conflictividad se dispara tras las huelgas mineras del 62 y 63, motivó una verdadera crisis en la FSA, que vivió una década convulsa, con disensiones internas y caídas que dificultaron su crecimiento.
La tendencia se rompe con la presencia en Asturias de Agustín González (Otilio ), llegado desde Bruselas en 1968. Nacido, en 1929, en la Hueria de Carrocera (San Martín del Rey Aurelio), fue minero desde muy joven e ingresó en 1950 en el PSOE. Cinco años después, como consecuencia de la represión, emprendió el exilio, encontrando acomodo en las minas de Charleroi (Bélgica). La presencia de González, que fijó su residencia en Roces (Gijón), contribuyó a calmar las agitadas aguas del socialismo asturiano: a comienzos de 1970 las noticias que, procedentes de Asturias llegaban a Toulouse, empezaban a ser esperanzadoras.
El nuevo Comité Provincial, surgido de una reunión en Mieres con presencia de delegaciones de Gijón, Laviana y Sama y presidido por Joaquín López, sería el encargado de cerrar la crisis en la que se venía debatiendo la FSA e iniciar su relanzamiento dentro del movimiento renovador del socialismo español, iniciado en 1970 y culminado en el Congreso del PSOE celebrado en Suresnes (Francia) en octubre de 1974.
El socialismo regional inicia así una etapa de fuerte actividad, superando el desconcierto anterior. Jesús Zapico, minero de Aller pero residente en Gijón, recibe el encargo de Agustín González de trasladarse a Oviedo para revitalizar la organización. El embrión orgánico sigue creciendo, aunque con suma prudencia a la hora de captar militantes. González y Marcelo García harán una labor similar en Gijón y Avilés. Pablo García será, a su vez, el artífice del importante grupo de Barredos . Serán sobre todo jóvenes, estudiantes en su mayoría, los que tendrán un papel destacado en el socialismo asturiano desde los años finales del franquismo.
Este proceso coincide con el relanzamiento de la actividad propagandística, las concentraciones cada vez más concurridas en el puerto de Tarna, las reuniones en la Cabaña de la sierra de Peña Mayor. Y con los contactos regulares entre el socialismo asturiano, el andaluz (Felipe González, Alfonso Guerra, Luis Yañez, Miguel Angel del Pino) y el vasco (Nicolás Redondo, Enrique Mújica, Eduardo López Albizu).
Superar el inmovilismo en el socialismo español pasaba por recuperar para el interior la capacidad de decisión, por situar en España la mayoría de la ejecutiva. La primera gran batalla se libró en el XI Congreso del PSOE en el exilio, celebrado en Toulouse, entre los días 13 y 15 de mayo de 1970. La delegación sevillana encabezada por Felipe González, previo acuerdo con asturianos y vascos, planteó y consiguió la formación de una dirección mixta integrada por representantes del exilio y del interior, aunque éstos seguían siendo minoritarios. Esa situación quedó superada en el XII Congreso (13 al 15 de agosto de 1972), estableciendo una dirección colegiada integrada en su mayor parte por cuadros del interior. El cambio culminó en el Congreso de Suresnes (11 al 13 de octubre de 1974), cuando la totalidad de la Ejecutiva del PSOE, con Felipe González como primer secretario, pasó al interior.
El Exilio
La Comisión Socialista Asturiana
A lo largo de la dictadura franquista, el socialismo asturiano sufrió la escisión geográfica, determinada por la salida de la región de miles de combatientes y, en muchos casos, de sus familias.
Con la caída de Cataluña, a comienzos de febrero de 1939, miles de españoles pasan la frontera francesa, encontrando el hacinamiento en inhumanos campos de refugiados, la inclusión en brigadas de trabajo o la alternativa de formar parte de los núcleos flotantes (huidos) en las grandes ciudades del sur (Toulouse, Perpignan, Narbona, etc.) y en París. Otros, procedentes en su mayor parte de la zona Centro-Sur, última en caer en manos de las tropas franquistas, vivían en condiciones dramáticas en las colonias francesas del Norte de África (Argelia y Marruecos). Los socialistas exiliados sufrieron, además, las consecuencias del estallido de la II Guerra Mundial y del control de Francia por tropas hitlerianas o por el gobierno de Vichy. Tratar de pasar desapercibido o engrosar el maquis francés fueron las opciones para aquellos que no pudieron ser evacuados a México.
Liberada Francia de la ocupación alemana en agosto de 1944, los socialistas asturianos colaboraron decisivamente en la reorganización del PSOE y de la UGT en sendos Congresos celebrados en Toulouse en septiembre y noviembre. En octubre de 1945, quedó formalmente constituida la Comisión Socialista Asturiana (CSA) que, siempre bajo el control disciplinario del Partido, articulará a la mayor parte de los socialistas exiliados de uno y otro lado del Atlántico hasta su desaparición a comienzos de la transición democrática. En la Asamblea constitutiva que tuvo lugar en Montauban, cerca de Toulouse, fue elegida la primera Comision Ejecutiva:
secretario general: José Barreiro
secretario adjunto y tesorero: César Antuña
secretario de estudios: Daniel Noval
El árbol asturiano de Ramón Rubial
El ex presidente del PSOE, que hoy cumpliría 100 años, inició su relación con el socialismo regional a partir de la amistad que trabó con Avelino Cadavieco en el penal de Santa MaríaRamón Rubial nació el 28 de octubre de 1906. Hoy celebraría su primer centenario. El histórico dirigente socialista, fallecido en 1999, apoyó desde el País Vasco la revolución del 34. Mantuvo fuertes lazos con el socialismo asturiano a partir de la amistad que trabó con Avelino Cadavieco en el penal de Santa María. La Nueva España – 28/10/06Avilés, Saúl FERNÁNDEZ Ramón Rubial, presidente del PSOE en la época de Felipe González, plantó un árbol frente al albergue José Mata de Peñamayor (Laviana), el 5 de octubre de 1990, dos días antes de su inauguración oficial, con Luis Martínez Noval, Manuel Ponga, Pedro de Silva, Alejandro Cercas y Pablo García. En 1972, tras un exitoso cursillo de formación impartido por Felipe González y Alfonso Guerra, la FSA adquirió, gracias a una subvención de la Comisión Socialista Asturiana -la organización en Toulousse (Francia) de la FSA- una cabaña en Peñamayor. En esta casa perdida, en las proximidades del Pozu Funeres, la FSA de la clandestinidad empezó a recuperar la forma política perdida tras casi cuatro décadas de represión franquista. Rubial era en aquel entonces el presidente del PSOE de una ejecutiva encabezada por Felipe González y Alfonso Guerra. No pudo quedarse a la inauguración oficial porque empezaba la campaña electoral en el País Vasco. Rubial era entonces senador por Vizcaya y fue el primer presidente del Consejo General Vasco, el paso previo para la autonomía. La plantación de aquel árbol sellaba una relación de Rubial con Asturias que había empezado décadas atrás en el penal del Puerto de Santa María, de la mano de Avelino Cadavieco, el capitán más joven de la República, destacado militante de la Agrupación Socialista de Oviedo. Ramón Rubial era de Erandio, en Vizcaya, donde nació el 28 de octubre de 1906. Hoy, de seguir en este mundo, cumpliría 100 años. Falleció en Madrid el 24 de mayo de 1999 y Felipe González, al día siguiente, en el elogio fúnebre que le dedicó, se preguntó: «¿Qué hay detrás de la identidad de un hombre como Ramón? ¿Cuál es el secreto? ¿Cómo se puede vivir la mitad de una vida de 92 años sin las libertades que él ansiaba y no tener rencor? El secreto es que era feliz, feliz con esta vida». La primera vez que estuvo preso fue a consecuencia de su participación en la Revuelta de Octubre de 1934. No estuvo en Asturias, sino en el País Vasco, pero aquellos días marcaron su vida. «La organización del movimiento no estuvo motivada por una frivolidad, ni por una concepción irresponsable...». Esto es lo que dijo Rubial en 1996, casi seis décadas después de los sucesos que removieron la historia de la República. Txiki Benegas, secretario de organización del PSOE durante la presidencia de Rubial, escribió «Ramón Rubial: Reflexiones» (Espejo de Tinta, 2006), una colección de pensamientos, declaraciones periodísticas... del político vasco, símbolo de lo que se vino en denominar el «exilio interior». Cuando, dirigido por Rodolfo Llopis, el socialismo histórico -el heredero de Indalecio Prieto, Largo Caballero y Julián Besteiro- era la oposición al régimen en el exterior, Rubial y hombres como Rubial seguían en el interior de España en un PSOE en números rojos. El historiador Adolfo Fernández recuerda la relación que establecieron Rubial y Cadavieco en la cárcel gaditana: «Organizaron a los socialistas que estaban presos, formaron un comité en el que participaron dos vascos -Rubial y Gorostiza-, dos asturianos -Cadavieco y José Fuentes- y un santanderino: José Congil». Bernardo Díaz Nosty, autor de «Ramón Rubial, un compromiso con el socialismo», abunda en este episodio de la posguerra con largueza. Una puerta de entrada a Asturias en el penal del Puerto de Santa María. Adolfo Fernández explica esta relación acudiendo a los lazos tradicionales establecidos entre el socialismo asturiano y el socialismo vasco, la reserva «pablista» del PSOE, el partido más antiguo de los que se mantienen en activo. «Hay una relación más íntima del socialismo asturiano con el vasco que con el catalán o el andaluz», sostiene Adolfo Fernández, vicedirector de la Fundación José Barreiro. Recuerda Fernández a los primeros socialistas recorriendo la región, antes de la creación de la FSA. «Todos eran vascos: Francisco Cadavieco, Eladio Artamendi o Eduardo Varela», destaca. En la década de los sesenta las relaciones con la FSA, los socialistas asturianos del interior, se intensifican gracias a Emilio Barbón, abogado laboralista, máximo responsable de los socialistas asturianos en la región -los de Toulousse los dirigía José Barreiro-, quienes en la clandestinidad le llamaban «Nicolás». Rubial -que era «Pablo»-, entre cárcel y cárcel, viajaba a Asturias y con Barbón como enlace más fuerte, pasaba los días en Laviana, en la cabaña de Peñamayor, Laviana, refugio de clandestinos. Hubo más ejemplos de apoyo mutuo: a causa de su participación en las huelgas mineras de 1962, Avelino Pérez, ex dirigente regional de UGT y ex diputado regional, se refugió en Erandio, en casa de Rubial. En los primeros años de la década de los setenta comenzó la quiebra en el socialismo: los históricos y los jóvenes, exterior e interior. En 1971 Felipe González y Alfonso Guerra, cuando aún no eran, ni de lejos, «Felipe y Alfonso», impartieron un cursillo de cuatro días en los montes de Laviana. Al poco se vio la necesidad de adquirir aquella edificación. El ex senador socialista Pablo García recuerda toda aquella historia en «La cabaña de Peña Mayor, 1972» (Fundación José Barreiro, 1991). Aquella casa fue la sede de las reuniones de las primeras ejecutivas socialistas, después de Suresnes. Allí los socialistas de Asturias y Andalucía, de la mano, empezaron a colaborar con el proyecto de ganar el gobierno. Rubial plantó el árbol cuando la cabaña dejó de ser cabaña y se convirtió en el albergue José Mata. Laviana le recuerda en la sede de su agrupación, donde el salón de actos lleva su nombre.
La transformación que vivió España durante los años sesenta y comienzos de los setenta y el renacimiento de la oposición al franquismo en medios obreros y estudiantiles, insinuado antes y en crecimiento a partir de entonces, exigieron la adecuación de las organizaciones socialistas.
La pulsión del interior fue atendida por las JJ.SS. del exilio, organizaciones como la CSA que presidía Barreiro y por algunas individualidades significativas residentes en Francia y México. Eso permitió romper la resistencia al cambio de la UGT que presidía Pascual Tomás, y Manuel Muiño desde 1969, y del PSOE, presidido por Rodolfo Llopis, en los congresos de 1970 y 1972 en el partido, y del año 71 en el sindicato.
El cambio de actitudes en la FSA había comenzado tras el desmantelamiento del último Comité Provincial clásico , en noviembre de 1958. Al Comité y a la actividad clandestina llegaron jóvenes como Herminio Álvarez, los hermanos Marcelo y Arcadio García, de San Martín del Rey Aurelio, y Pedro y Paulino León, de Mieres, Avelino Pérez, José Castro, Prudencio Magdalena, Pablo García, Emilio Barbón...
El cambio en las relaciones entre interior y exilio y la poca experiencia y excesiva fogosidad de los jóvenes dirigentes, inmersos en una sociedad cuya conflictividad se dispara tras las huelgas mineras del 62 y 63, motivó una verdadera crisis en la FSA, que vivió una década convulsa, con disensiones internas y caídas que dificultaron su crecimiento.
La tendencia se rompe con la presencia en Asturias de Agustín González (Otilio ), llegado desde Bruselas en 1968. Nacido, en 1929, en la Hueria de Carrocera (San Martín del Rey Aurelio), fue minero desde muy joven e ingresó en 1950 en el PSOE. Cinco años después, como consecuencia de la represión, emprendió el exilio, encontrando acomodo en las minas de Charleroi (Bélgica). La presencia de González, que fijó su residencia en Roces (Gijón), contribuyó a calmar las agitadas aguas del socialismo asturiano: a comienzos de 1970 las noticias que, procedentes de Asturias llegaban a Toulouse, empezaban a ser esperanzadoras.
El nuevo Comité Provincial, surgido de una reunión en Mieres con presencia de delegaciones de Gijón, Laviana y Sama y presidido por Joaquín López, sería el encargado de cerrar la crisis en la que se venía debatiendo la FSA e iniciar su relanzamiento dentro del movimiento renovador del socialismo español, iniciado en 1970 y culminado en el Congreso del PSOE celebrado en Suresnes (Francia) en octubre de 1974.
El socialismo regional inicia así una etapa de fuerte actividad, superando el desconcierto anterior. Jesús Zapico, minero de Aller pero residente en Gijón, recibe el encargo de Agustín González de trasladarse a Oviedo para revitalizar la organización. El embrión orgánico sigue creciendo, aunque con suma prudencia a la hora de captar militantes. González y Marcelo García harán una labor similar en Gijón y Avilés. Pablo García será, a su vez, el artífice del importante grupo de Barredos . Serán sobre todo jóvenes, estudiantes en su mayoría, los que tendrán un papel destacado en el socialismo asturiano desde los años finales del franquismo.
Este proceso coincide con el relanzamiento de la actividad propagandística, las concentraciones cada vez más concurridas en el puerto de Tarna, las reuniones en la Cabaña de la sierra de Peña Mayor. Y con los contactos regulares entre el socialismo asturiano, el andaluz (Felipe González, Alfonso Guerra, Luis Yañez, Miguel Angel del Pino) y el vasco (Nicolás Redondo, Enrique Mújica, Eduardo López Albizu).
Superar el inmovilismo en el socialismo español pasaba por recuperar para el interior la capacidad de decisión, por situar en España la mayoría de la ejecutiva. La primera gran batalla se libró en el XI Congreso del PSOE en el exilio, celebrado en Toulouse, entre los días 13 y 15 de mayo de 1970. La delegación sevillana encabezada por Felipe González, previo acuerdo con asturianos y vascos, planteó y consiguió la formación de una dirección mixta integrada por representantes del exilio y del interior, aunque éstos seguían siendo minoritarios. Esa situación quedó superada en el XII Congreso (13 al 15 de agosto de 1972), estableciendo una dirección colegiada integrada en su mayor parte por cuadros del interior. El cambio culminó en el Congreso de Suresnes (11 al 13 de octubre de 1974), cuando la totalidad de la Ejecutiva del PSOE, con Felipe González como primer secretario, pasó al interior.
El Exilio
La Comisión Socialista Asturiana
A lo largo de la dictadura franquista, el socialismo asturiano sufrió la escisión geográfica, determinada por la salida de la región de miles de combatientes y, en muchos casos, de sus familias.
Con la caída de Cataluña, a comienzos de febrero de 1939, miles de españoles pasan la frontera francesa, encontrando el hacinamiento en inhumanos campos de refugiados, la inclusión en brigadas de trabajo o la alternativa de formar parte de los núcleos flotantes (huidos) en las grandes ciudades del sur (Toulouse, Perpignan, Narbona, etc.) y en París. Otros, procedentes en su mayor parte de la zona Centro-Sur, última en caer en manos de las tropas franquistas, vivían en condiciones dramáticas en las colonias francesas del Norte de África (Argelia y Marruecos). Los socialistas exiliados sufrieron, además, las consecuencias del estallido de la II Guerra Mundial y del control de Francia por tropas hitlerianas o por el gobierno de Vichy. Tratar de pasar desapercibido o engrosar el maquis francés fueron las opciones para aquellos que no pudieron ser evacuados a México.
Liberada Francia de la ocupación alemana en agosto de 1944, los socialistas asturianos colaboraron decisivamente en la reorganización del PSOE y de la UGT en sendos Congresos celebrados en Toulouse en septiembre y noviembre. En octubre de 1945, quedó formalmente constituida la Comisión Socialista Asturiana (CSA) que, siempre bajo el control disciplinario del Partido, articulará a la mayor parte de los socialistas exiliados de uno y otro lado del Atlántico hasta su desaparición a comienzos de la transición democrática. En la Asamblea constitutiva que tuvo lugar en Montauban, cerca de Toulouse, fue elegida la primera Comision Ejecutiva:
secretario general: José Barreiro
secretario adjunto y tesorero: César Antuña
secretario de estudios: Daniel Noval
El árbol asturiano de Ramón Rubial
El ex presidente del PSOE, que hoy cumpliría 100 años, inició su relación con el socialismo regional a partir de la amistad que trabó con Avelino Cadavieco en el penal de Santa MaríaRamón Rubial nació el 28 de octubre de 1906. Hoy celebraría su primer centenario. El histórico dirigente socialista, fallecido en 1999, apoyó desde el País Vasco la revolución del 34. Mantuvo fuertes lazos con el socialismo asturiano a partir de la amistad que trabó con Avelino Cadavieco en el penal de Santa María. La Nueva España – 28/10/06Avilés, Saúl FERNÁNDEZ Ramón Rubial, presidente del PSOE en la época de Felipe González, plantó un árbol frente al albergue José Mata de Peñamayor (Laviana), el 5 de octubre de 1990, dos días antes de su inauguración oficial, con Luis Martínez Noval, Manuel Ponga, Pedro de Silva, Alejandro Cercas y Pablo García. En 1972, tras un exitoso cursillo de formación impartido por Felipe González y Alfonso Guerra, la FSA adquirió, gracias a una subvención de la Comisión Socialista Asturiana -la organización en Toulousse (Francia) de la FSA- una cabaña en Peñamayor. En esta casa perdida, en las proximidades del Pozu Funeres, la FSA de la clandestinidad empezó a recuperar la forma política perdida tras casi cuatro décadas de represión franquista. Rubial era en aquel entonces el presidente del PSOE de una ejecutiva encabezada por Felipe González y Alfonso Guerra. No pudo quedarse a la inauguración oficial porque empezaba la campaña electoral en el País Vasco. Rubial era entonces senador por Vizcaya y fue el primer presidente del Consejo General Vasco, el paso previo para la autonomía. La plantación de aquel árbol sellaba una relación de Rubial con Asturias que había empezado décadas atrás en el penal del Puerto de Santa María, de la mano de Avelino Cadavieco, el capitán más joven de la República, destacado militante de la Agrupación Socialista de Oviedo. Ramón Rubial era de Erandio, en Vizcaya, donde nació el 28 de octubre de 1906. Hoy, de seguir en este mundo, cumpliría 100 años. Falleció en Madrid el 24 de mayo de 1999 y Felipe González, al día siguiente, en el elogio fúnebre que le dedicó, se preguntó: «¿Qué hay detrás de la identidad de un hombre como Ramón? ¿Cuál es el secreto? ¿Cómo se puede vivir la mitad de una vida de 92 años sin las libertades que él ansiaba y no tener rencor? El secreto es que era feliz, feliz con esta vida». La primera vez que estuvo preso fue a consecuencia de su participación en la Revuelta de Octubre de 1934. No estuvo en Asturias, sino en el País Vasco, pero aquellos días marcaron su vida. «La organización del movimiento no estuvo motivada por una frivolidad, ni por una concepción irresponsable...». Esto es lo que dijo Rubial en 1996, casi seis décadas después de los sucesos que removieron la historia de la República. Txiki Benegas, secretario de organización del PSOE durante la presidencia de Rubial, escribió «Ramón Rubial: Reflexiones» (Espejo de Tinta, 2006), una colección de pensamientos, declaraciones periodísticas... del político vasco, símbolo de lo que se vino en denominar el «exilio interior». Cuando, dirigido por Rodolfo Llopis, el socialismo histórico -el heredero de Indalecio Prieto, Largo Caballero y Julián Besteiro- era la oposición al régimen en el exterior, Rubial y hombres como Rubial seguían en el interior de España en un PSOE en números rojos. El historiador Adolfo Fernández recuerda la relación que establecieron Rubial y Cadavieco en la cárcel gaditana: «Organizaron a los socialistas que estaban presos, formaron un comité en el que participaron dos vascos -Rubial y Gorostiza-, dos asturianos -Cadavieco y José Fuentes- y un santanderino: José Congil». Bernardo Díaz Nosty, autor de «Ramón Rubial, un compromiso con el socialismo», abunda en este episodio de la posguerra con largueza. Una puerta de entrada a Asturias en el penal del Puerto de Santa María. Adolfo Fernández explica esta relación acudiendo a los lazos tradicionales establecidos entre el socialismo asturiano y el socialismo vasco, la reserva «pablista» del PSOE, el partido más antiguo de los que se mantienen en activo. «Hay una relación más íntima del socialismo asturiano con el vasco que con el catalán o el andaluz», sostiene Adolfo Fernández, vicedirector de la Fundación José Barreiro. Recuerda Fernández a los primeros socialistas recorriendo la región, antes de la creación de la FSA. «Todos eran vascos: Francisco Cadavieco, Eladio Artamendi o Eduardo Varela», destaca. En la década de los sesenta las relaciones con la FSA, los socialistas asturianos del interior, se intensifican gracias a Emilio Barbón, abogado laboralista, máximo responsable de los socialistas asturianos en la región -los de Toulousse los dirigía José Barreiro-, quienes en la clandestinidad le llamaban «Nicolás». Rubial -que era «Pablo»-, entre cárcel y cárcel, viajaba a Asturias y con Barbón como enlace más fuerte, pasaba los días en Laviana, en la cabaña de Peñamayor, Laviana, refugio de clandestinos. Hubo más ejemplos de apoyo mutuo: a causa de su participación en las huelgas mineras de 1962, Avelino Pérez, ex dirigente regional de UGT y ex diputado regional, se refugió en Erandio, en casa de Rubial. En los primeros años de la década de los setenta comenzó la quiebra en el socialismo: los históricos y los jóvenes, exterior e interior. En 1971 Felipe González y Alfonso Guerra, cuando aún no eran, ni de lejos, «Felipe y Alfonso», impartieron un cursillo de cuatro días en los montes de Laviana. Al poco se vio la necesidad de adquirir aquella edificación. El ex senador socialista Pablo García recuerda toda aquella historia en «La cabaña de Peña Mayor, 1972» (Fundación José Barreiro, 1991). Aquella casa fue la sede de las reuniones de las primeras ejecutivas socialistas, después de Suresnes. Allí los socialistas de Asturias y Andalucía, de la mano, empezaron a colaborar con el proyecto de ganar el gobierno. Rubial plantó el árbol cuando la cabaña dejó de ser cabaña y se convirtió en el albergue José Mata. Laviana le recuerda en la sede de su agrupación, donde el salón de actos lleva su nombre.
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